El otro Juego de Estrellas

“Los juegos de beisbol se ganan en el terreno de juego, no en el papel”, proverbio beisbolero

New York, New York, julio 17, 2014 – La Liga Americana venció a la Liga Nacional el martes pasado en la última versión del Juego de Estrellas entre ambas ligas. Este clásico viene celebrándose desde principio de la década del 1930.

Pero hay un Juego de Estrellas entre ambos circuitos del cual la fanaticada amante de este deporte está muy poco enterada.

De acuerdo al matutino The New York Times, del 18 de marzo de 1940, el día anterior se efectuó en Tampa, Florida, un choque pro beneficio al Finnish Relief Fund, que fue titulado Juego de Estrellas, al que asistieron más de 13 mil fanáticos y se recaudaron unos 22 mil dólares, una gran suma para la época, que eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Debido a la presencia de siete miembros de los campeones mundiales, los entonces poderosos Yankees de New York, el Joven Circuito era el fuerte favorito para salir airoso en dicha contienda.

No solo los jugadores del cuadro Joe ( Flash ) Gordon, Red Rolfe y Frank Crosetti, el receptor Bill Dickey, el lanzador Red Ruffin y los jardineros Joe ( Joltin’ Joe ) DiMaggio y Charlie ( King Kong ) Keller, componían la maquinaria de la Americana, sino que en la misma también participaban Ted Williams y Jimmy Foxx, de los Medias Rojas de Boston, Hank Greenberg, de los Tigres del Detroit, y Ken Keltner, antesalista de los Indios de Cleveland y tremendo bateador de poder, y el lanzador derecho de la bola de humo, Bob ( El Raudo ) Feller, también de los Indios, entre otros.

Este equipo no puede perder, decían los “sabios” de la prensa de la época, olvidando el viejo adagio beisbolero que dice: Los juegos se ganan en el terreno de juego, no en el papel.

“No puede perder”, pero los hombres sin nombres del Viejo Circuito pensaban otra cosa.

Con las acciones empatadas a una vuelta por bando, en la parte baja de la última entrada y contra los envíos de Feller, el gallego Al López, receptor de los Dodgers de Brooklyn, abrió con sencillo y llegó a tercera por error del cuadro contrario. López anotó poco después la carrera de la victoria por incogible de su compañero de novena, Pete Coscarat.

Irónicamente, el batazo de Coscarat fue por los predios del paracorto Crosetti, quien no pudo evitar que la bola se internara en el jardín central para el batazo que dejó a la Americana en el terreno de juego. Crosetti era el último de los jugadores Yankees en el encuentro.

Los “favoritos” tomaron la delantera, 1-0, en el segundo episodio por incogible de Foxx, que empujó al (Yankee Clipper ) DiMaggio.

Los Nacionales empataron en la cuarta entrada, para luego ganar en forma sensacional, según se describió anteriormente.

Pero de una cosa se puede estar seguro, Feller , un respetuoso del juego de pelota, no le hizo lanzamiento fácil a Coscarat, para que éste disparara el incogible ganador.

Juego de Estrellas, Marzo 17, 1940

Liga Americana 010 000 000 1 5 2

Liga Nacional 000 100 001 2 6 1

Andrés Aranda

“El mayor Vicioso  asumió una actitud violenta  y tuvieron que intervenir varios de los presentes. Le dije que lo respetaba pero que no soportaría ultraje. Le dije que lo respetaba por ser jefe de la misión, pero que de hombre a hombre, no podía darme una galleta” Andrés Aranda, en entrevista concedida al rotativo  El Caribe, marzo 1, 1955.

New York, New York, julio 7, 2022 – A principios de la década de los años 50’s, Andrés Aranda era uno de los jugadores más populares del beisbol aficionado de la época en la capital dominicana.

“Puchungo”, como era conocido, fue miembro del gran conjunto amateur Refresqueros del Trópico, que con el zurdo Héctor Ravelo en el montículo, propinó blanqueada a los Tigres del Licey, el once de abril del 1953, en partido celebrado en el estadio de la Escuela Normal Presidente Trujillo.

Licey contaba en su alineación con los llamados “Tanques”, compuestos por Luis “Grillo C.” Báez, Alcibíades Colón, Luis Rodríguez Olmo, Bert Haas, Alonzo Perry y Quincy Trouppe, entre otros.

Manuel Infante, receptor; Ravelo, Garabato Sackie, Wilfredo Echavarría, lanzadores; Bolívar Veloz, Domingo Vargas, Blanco Rodríguez, Alfredo “Chico” Conton y Pedro Pablo Tineo, cuadro; y Horacito Veras, Dardo Herman y Aranda, jardineros, conformaban el Trópico.

Ravelo permitió tres hits al poderoso Licey, que se coronó campeón en dicho año.

Aranda continuó cosechando triunfos y en la primavera del 1955, fue seleccionado para asistir a los  Segundos Juegos Panamericanos, celebrados  en Méjico.

La representación dominicana se llevó el oro en dichos juegos, pero Aranda no fue parte del triunfo.

Una vez en Méjico,  tuvo problemas de personalidad con Fernando “Bolo” Vicioso, jefe de la delegación.

Fue acusado de romper la disciplina de la delegación.

Pero en entrevista concedida al matutino El Caribe, del primero de marzo del 1955, Aranda negó la especie.

“Los que estaban  rompiendo la disciplina eran precisamente los jefes de la delegación”, declaró Puchungo al rotativo capitaleño.

Aranda fue sustituido por el lanzador zurdo francomacorisano,  Luis Henríquez.

La popularidad de Aranda era tal, que aún en “desgracia”, muchos compañeros le acompañaron al aeropuerto, de regreso al país, entre ellos Veras, el dirigente Manuel Henríquez y el respetable periodista  Manuel “Tafneli” Martínez, del tabloide vespertino, La Nación.

Visto por muchos como una persona “buena” pero altamente controversial, Vicioso no era de los que ganaban un concurso de simpatía en la entonces Dirección General de Deportes “DGD”, de la que siempre fue un funcionario de alto rango.

Por otro lado, Johnny Abbes García, quien también era miembro de la delegación, se convirtió luego en el criminal más sangriento y  odiado por el pueblo dominicano, como jefe del terrible Servicio de Inteligencia Militar “SIM”, en el país.

En la época se afirmaba, pero sin pruebas contundentes, que el señor Abbes García tuvo mucho que ver con el problema de Aranda.

La Selección ganadora.

Receptores: Manuel Infante y Teodoro Rodríguez; Lanzadores: Miguel Aurich Frómeta, Rafael Andújar, Rafael Quezada, Wilfredo Echavarría, Luis Henríquez y Atilano Domínguez; Cuadro: Domingo Vargas, Pedro Pablo Tineo, Julián Javier, Fabio Fiallo y José “Buda” Capellán. Jardineros: Felipe Rojas Alou, Roy Donald, Carlos Dore y Miguel “Cuco” Marcelino. Dirigente, Manuel Henríquez y Veras, coach.

Al Cierre.

El domingo pasado, debutó en las Grandes Ligas, Crístofer Ogando, quien nació en octubre del 1993, en Santo Domingo. Ogando, 6 – 3 y 195 libras de peso, permitió una carrera en dos entradas, en la victoria de su equipo, los Mantarrayas de Tampa Bay, 7 – 3, frente a los Azulejos de Toronto. Fue firmado en el 2013 por los Marlins de Miami, y en dicho año, en la liga  Dominicana de Verano, le anotaron seis vueltas limpias en seis entradas y pico, para una efectividad poco  agradable de 8.53. Regresó al beisbol organizado en el 2018 y el domingo se convirtió en el jugador número 22,731 en participar en el Gran Circo. Juan Esteban “Tetelo” Vargas, a quien Baseballreference tiene como el primer quisqueyano en actuar en el Big Show, llegó con el número 6,457 en 1927.  Hasta la próxima, si Dios lo permite. Abur, abur.